Los medicamentos antipsicóticos, aunque eficaces en el tratamiento de enfermedades como la esquizofrenia, suelen tener un profundo efecto en la salud sexual. Pueden deteriorar aún más la función sexual a través del antagonismo de los receptores α1-adrenérgicos y muscarínicos periféricos, lo que puede alterar el flujo sanguíneo normal y provocar disfunción eréctil. El antagonismo de los receptores α1-adrenérgicos también puede provocar eyaculación anormal y priapismo en los hombres. La correlación entre el uso de antipsicóticos y la disfunción sexual está bien documentada y es crucial abordarla como parte de la gestión del tratamiento.
Varios fármacos antipsicóticos se han asociado a un mayor riesgo de disfunción sexual.
Entre ellos se encuentran la risperidona, el haloperidol y la olanzapina.
Los efectos sexuales adversos de estos medicamentos pueden contribuir a una mala calidad de vida y disuadir a los pacientes de seguir sus regímenes de tratamiento.
Existen varias estrategias para ayudar a controlar la disfunción eréctil inducida por antipsicóticos. Las estrategias psicosociales, como la psicoeducación y el asesoramiento sobre relaciones, pueden ser beneficiosas. Además, algunas directrices médicas recomiendan cambiar a un antipsicótico no hiperprolactinémico como el aripiprazol como estrategia de primera línea.
Los estudios han demostrado que el sildenafilo, el principio activo de la Viagra, puede utilizarse de forma segura y eficaz en el tratamiento de la disfunción eréctil inducida por antipsicóticos. El sildenafilo es seguro y eficaz, y además se tolera bien. Además, puede combinarse de forma segura con antipsicóticos sin que se produzcan interacciones farmacológicas adversas importantes.
Aunque no es adecuado para todos los pacientes, algunos pueden beneficiarse de las "vacaciones farmacológicas". Se trata de un periodo en el que el paciente interrumpe temporalmente su medicación antipsicótica para tratar la disfunción sexual. Sin embargo, es importante comentarlo con un profesional sanitario debido al riesgo de recaída de los síntomas psiquiátricos.
Otra estrategia para manejar la disfunción sexual inducida por antipsicóticos es la reducción de la dosis de antipsicóticos. Sin embargo, este enfoque debe llevarse a cabo con precaución, ya que puede aumentar el riesgo de recaída de los síntomas psiquiátricos.
Los distintos antipsicóticos tienen tasas variables de disfunción eréctil asociada. Por ejemplo, se ha observado que la quetiapina causa menos disfunción sexual que otros antipsicóticos, con una tasa de aparición comunicada del 18,2% a una dosis media de 360,5 mg/día. Por otra parte, el aripiprazol, la quetiapina, la ziprasidona y las dosis potencialmente más bajas de olanzapina (inferiores a 15 mg/día) se consideran mejores opciones para evitar o aliviar la disfunción sexual.
El riesgo de disfunción sexual puede afectar significativamente a la calidad de vida del paciente y a su adherencia al tratamiento. Por lo tanto, es crucial que los profesionales sanitarios hablen activamente de este riesgo con los pacientes antes y durante el tratamiento.
La adherencia del paciente al tratamiento es crucial para controlar tanto los síntomas psiquiátricos como los efectos secundarios sexuales de los antipsicóticos. Comprender los posibles efectos secundarios y participar activamente en conversaciones sobre estos temas puede ayudar a apoyar la adherencia a los planes de tratamiento.